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Toma de posesión refleja estado de la política exterior mexicana

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Representantes de gobiernos afines a la 4T se reunieron aparte con AMLO y Sheinbaum

▲ La presidenta Claudia Sheinbaum, a su paso por Viaducto y Tlalpan rumbo al Congreso de la Unión para la ceremonia de investidura.Foto José Carlo González

Arturo Sánchez y Blanche Petrich

Periódico La Jornada
Miércoles 2 de octubre de 2024, p. 14

Integrantes del círculo cercano de siete gobiernos progresistas latinoamericanos, afines a la Cuarta Transformación, adelantaron el lunes su llegada a México para almorzar en petit comité con Andrés Manuel López Obrador y la ahora presidenta Claudia Sheinbaum (Luis Arce, de Bolivia, suspendió a última hora por problemas en su país).

Tres gobiernos de la región que solían ser visitas frecuentes en las tomas de posesión, ni siquiera fueron mencionados en la lista de invitados a la investidura presidencial (Perú, Ecuador y Venezuela), reflejo de rupturas, pausas o sordos distanciamientos en la política exterior de años recientes. Otros, como Argentina, Nicaragua y El Salvador, enviaron funcionarios de menor nivel.

El rango de asistentes a la ceremonia de investidura presidencial de las tres potencias mundiales también marcó la temperatura de las relaciones diplomáticas. Estados Unidos y Canadá, vecinos de la región norteamericana y socios de México en el T-MEC, enviaron a figuras de segundo rango: la esposa del presidente Biden, Jill, y la viceprimera ministra canadiense Chrystia Freeland.

El ex presidente López Obrador había decidido pausar esas relaciones bilaterales por la forma en que Washington y Ottawa criticaron la reforma judicial mexicana como una amenaza a la democracia.

En contraste, China, la otra potencia, tuvo un gesto de especial significado: envió a la mujer de mayor rango en la estructura política del gigante asiático, la presidenta de la Asamblea Popular Tie Ning. En cuanto a Rusia, el presidente Vladimir Putin sólo envió un mensaje de felicitación a través de su embajador.

La ausencia de una representación del Estado español, también en estado de pausa por la decisión de la Moncloa de no responder a la demanda mexicana de que se disculpe por las atrocidades cometidas durante la Conquista, fue suplida por varias presencias notables. Vino, entre otros, Irene Montero, eurodiputada de Podemos, quien en su red social criticó a su gobierno por condicionar la relación con México al rey de España, quien ahora mismo es un problema, como ha sido siempre la monarquía borbónica para tener unas relaciones internacionales basadas en los derechos humanos y el respeto mutuo.

En esa línea fue acompañada por la ex alcaldesa de Barcelona Ada Colau; Jon Iñárritu, de EH Bildu; Ana Pontón, del Bloque Nacionalista Gallego, y Gerardo Pisarello, de Sumar.

Por parte de Argentina, cuyo presidente Javier Milei mereció un par de comentarios de desaprobación por parte de López Obrador, no acudió nadie. Asistió al saludo en Palacio Nacional la embajadora Gabriela Quinteros. Y de manera inesperada, en Buenos Aires, la embajadora mexicana, Lilia Rosbach, recibió la visita de la canciller Diana Mondino, quien la acompañó para ver por televisión la ceremonia. Pero el peronismo sí se hizo presente en México con la asistencia del gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kiciloff, una de las figuras de mayor peso de la oposición.

En la lista de invitados y asistentes de América Latina se dibujan las sacudidas y virajes de los últimos años en la región.

El círculo de aliados conformado por Bernardo Arévalo, de Guatemala; Lula da Silva, de Brasil; Gustavo Petro, de Colombia; Xiomara Castro, de Honduras; Gabriel Boric, de Chile; Johnny Briceño, de Belice, y Miguel Díaz-Canel, de Cuba, tuvo espacios prioritarios para reuniones bilaterales con López Obrador y Sheinbaum; además, un día antes sostuvieron una reunión a nivel ministerial con las dos cancillerías, la saliente de Alicia Bárcena y la entrante de Juan Ramón de la Fuente.

En la lista de invitados no figuraron Perú ni Ecuador. Con el primero, López Obrador también puso en pausa esa relación a raíz del golpe de Estado de Dina Boularte contra Pedro Castillo. México protege con asilo político a su esposa y a sus hijos. Y con el segundo, las relaciones están rotas desde que la policía ecuatoriana, por órdenes del presidente Daniel Noboa, invadió la embajada mexicana para secuestrar al perseguido político y ex vicepresidente Jorge Glas.

Venezuela no es mencionado. En este caso el diferendo es sordo. Cuando el presidente Nicolás Maduro proclamó su triunfo en las pasadas elecciones, México, igual que Chile, Brasil y Colombia, pidieron que respaldara su declaración con la publicación de las actas electorales oficiales. No lo ha hecho. La Nicaragua de los Ortega-Murillo y El Salvador de Nayib Bukele tuvieron también una representación al mínimo nivel.

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