Salud
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En los 70 no había dieta saludable o para perder peso que se preciara que no incluyera este queso fresco y de textura granulosa en su lista de alimentos básicos. Pero todo lo que sube baja y a ese momento de gloria le siguieron casi cinco décadas en las que el queso cottage quedó relegado a un rincón en la estantería de los lácteos. Sin embargo, el fervor actual por las proteínas y, como no, el empujón recibido por las redes sociales lo han encumbrado de nuevo a los puestos de cabeza en toda lista de la compra saludable.
Sea una moda o no, lo cierto es que este resurgimiento, al menos desde un punto de vista nutricional, está más que justificado. Solo una taza de queso cottage bajo en grasa aporta el 48% de la ingesta diaria recomendada de proteínas y el 23% de la de calcio. A lo que se suma que su contenido en grasa es muy moderado e incluso pueden encontrarse opciones en el mercado con un 0% de materia grasa. A todo esto se suma que su aporte calórico también es muy reducido: una porción de 100 g de cottage proporciona alrededor de 100 calorías, mientras que la misma cantidad de ricotta o de requesón tiene unas 170 cal y un queso curado fácilmente puede superar las 400 cal.
¿ES LO MISMO QUE EL REQUESÓN?
A menudo se piensa que el queso cottage es lo mismo que el requesón. Y aunque es cierto que ambos son quesos frescos y comparten muchas cualidades, cada uno tiene unas características propias y diferenciales. El requesón se elabora a partir de suero de leche que es fermentado mediante bacterias lácticas. Para la elaboración del cottage, en cambio, se utilizan los elementos sólidos o la cuajada que quedan una vez se ha fermentado la leche y se ha separado del suero.
Aunque tanto el requesón como el cottage no se prensan y los coágulos se mantienen separados, en el caso del primero, los grumos son mucho más finos y su sabor más suave y menos ácido.
UN COMODÍN EN LA COCINA
No hay duda de que el queso cottage es un gran aliado en la cocina ya que es de lo más versátil y puede usarse para dar cremosidad a cremas y purés, sustituir el yogur o el queso fresco batido, por ejemplo, en una tarta de queso o bien como alternativa al requesón o la ricotta en pastas rellenas o lasañas. En cualquier caso, aquí tienes algunas ideas más para incorporarlo a tus platos.
PARA HACER WRAPS O PAN PLANO
Sin duda una de las recetas con queso cottage que más viral se ha hecho en los últimos tiempos es la del wrap. No es de extrañar porque es tan fácil como estirar el queso sobre una bandeja, añadirle las especias que se quiera y hornear unos 35 min a 180º. Si se quiere que el wrap quede más flexible y blandito solo hay que mezclar el cottage con huevo.
En el caso del flatbread o pan plano, el queso cottage es un gran aliado si se quiere evitar el consumo de gluten. Solo son necesarios tres ingredientes: queso cottage, huevos y sal o alguna hierba para darle sabor. Y también en este caso, la elaboración no podría ser más fácil ya que simplemente hay que batirlo todo junto, verterlo sobre una fuente y hornear a 180º unos 40 minutos, hasta que quede una masa consistente pero flexible.
Si eres más de dulce, también puedes añadirlo a la masa de unas tortitas. Simplemente has de sustituir parte de la harina por una mezcla de queso cottage y huevos batidos. ¡Verás qué esponjosas quedan!
De hecho, también puedes añadirlo a la masa de bizcochos, magdalenas y similares para darle un extra de jugosidad. Eso sí, mejor elegir una versión de cottage que no sea baja en grasa y cuyos gránulos sean pequeños.
BOWL DE DESAYUNO
Una forma muy fácil de introducir el cottage en nuestras comidas del día a día –y como gran sustituto del yogur que hemos dicho que es– es tomarlo acompañado de fruta, frutos secos, un poco de granola y un chorrito de miel si se quiere más dulce.
Bowl de frutas y queso cotagge
Si te gusta el porridge, puedes añadirle un poco de queso cottage; cambiará ligeramente el sabor, pero también le aportará cremosidad y una dosis extra de proteínas.
EN BATIDOS Y SMOOTHIES
Añadiéndoles queso cottage incrementarás su cremosidad sin que apenas se vea comprometido el sabor del resto de ingredientes. Y no te preocupes por su textura granulosa; basta con que las aspas de la batidora giren unas cuantas veces para que los grumos desaparezcan.
SALSAS CREMOSAS PERO MÁS LIGERAS
Si te gusta aliñar las ensaladas con aderezos cremosos pero prácticamente has renunciado a ellos porque la mayoría son auténticas bombas calóricas, el queso cottage puede ser la solución, sobre todo si eliges una opción baja en grasa.
Una idea muy sabrosa, pero que no requiere grandes complicaciones es hacer un aliño mezclando queso cottage con aceite de oliva, zumo de limón, un ajo triturado, un poco de mostaza de Dijon, pimienta negra y las hierbas frescas que prefieras bien picadas. Si es necesario, añade agua para obtener la consistencia deseada.
En el caso de las salsas para pasta, es perfecto para rebajar las calorías de algunas recetas clásicas como son la salsa Alfredo o la “pseudo” carbonara ya que permite sustituir parte del parmesano en el primer caso y de la nata en el segundo.
Pasta Alfredo, con queso cotagge
QUICHE O TARTAS SALADAS CON MENOS CALORÍAS
Al igual que con las salsas cremosas para pasta, el cottage también es perfecto para sustituir la nata o crèma fraîche de este tipo de recetas y así hacerlas más ligeras sin que el sabor ni la textura se vean demasiado afectados.
Quiche con queso cotagge
A parte, si se trata de reducir calorías, incluso se puede prescindir de la masa; para que no se pegue, has de engrasar bien el molde que utilices. El resultado será muy parecido a una frittata.
CON HUEVOS REVUELTOS O PURÉ DE PATATA
El toque cremoso que da el queso cottage también le va muy bien a los huevos revueltos. Añádelo cuando los batas y así harás no solo que queden más esponjosos y cremosos, sino que de paso aumentarás su aporte de proteínas.
Este extra de cremosidad también se lo puedes dar al puré de patatas. Para que quede más sabroso, puedes asar unas cabezas de ajo y mezclarlas con el queso antes de incorporarlo al puré.
PARA UN UNTAR O MOJAR
Funciona también muy bien como base en unas tostas y acompañado con un poco de salmón ahumado por encima o unas rodajas de tomate, pepino o de rabanillos; y para los más golosos, con unas láminas de nectarina pasadas por la plancha o una cucharadita de mermelada o de miel.
También es perfecto como base para un dip. Para no complicarte demasiado, basta con batirlo junto con un poco de ajo y cebolla en polvo, eneldo picado y una pizca de sal; o bien con las hierbas frescas que quieras, ajo, zumo de limón y un poco de pimienta. Acompáñalo con unos palitos de verduras, picos de pan o pan de pita.
EN HELADO
En este caso y de cara a obtener un helado bien cremoso, lo ideal es usar un queso cottage que no sea demasiado bajo en grasa. En cuanto a la forma de elaborarlo, no podría ser más sencilla. Solo hay que batir el queso con trocitos de la fruta que prefieras (cuanto más madura esté, más dulce quedará el helado) y azúcar u otro endulzante al gusto y meter en el congelador hasta que se solidifique.
