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Un atentado a la salud disfrazado de leche

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¡Niño, ¡no te tomes el yogur!

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Esa advertencia, que parece contraria a la lógica, será la que tendremos que darles a los menores si se aprueba el proyecto de ley que se radicó el 4 de septiembre en la Cámara de Representantes (PL 291/2024C), el cual permitirá que productos ultraprocesados —y, por tanto, malsanos— sean tratados como leche. Esto significa que quedarían exentos del impuesto a la comida chatarra, cuando en realidad son bebidas industrializadas basadas en lactosueros (subproductos de lácteos), a las que les añaden azúcares en exceso, dañinos colorantes y saborizantes artificiales. Su aporte nutricional es cercano a cero.

Sucede lo mismo con un helado, que aparenta ser rico y nutritivo, pero que es algo de leche en polvo (usualmente importada) con exceso de azúcares, grasas saturadas, grasas trans, edulcorantes y otros componentes químicos.

Estos productos muestran nombres artificiosos, creativa publicidad y se hacen pasar por nutritivos yogures, bebidas de leche o helados de pura crema, cuando no lo son. Son ultraprocesados que, además de los sellos frontales de advertencia, deben tener un impuesto para desestimular su malsano consumo habitual.

Cuando la leche se transforma para obtener productos industrializados deja de ser saludable

¿En qué consistió la trampa? En Colombia, las Guías Alimentarias Basadas en Alimentos (Gaba) del ICBF señalan unas recomendaciones de consumo de leche y productos lácteos —que, a propósito, están lejos de cumplir las niñas, los niños y los adolescentes—. La idea es que ingieran leche, yogur, quesos o cuajada, por enumerar algunos: lo que llamamos alimentos mínimamente procesados. Cuando la leche se transforma para obtener productos industrializados deja de ser saludable porque se le añaden en exceso azúcares, sal/sodio, grasas saturadas y grasas trans, edulcorantes, saborizantes y colorantes no naturales, más otros químicos. No debería, pues, ser de consumo habitual, sobre todo en la infancia y la adolescencia. Tales productos ultraprocesados producen diversas enfermedades.

Muchos congresistas han caído en la trampa. Entre los firmantes de la iniciativa hay históricos defensores de las medidas saludables, a quienes desde la academia y la sociedad civil sin conflicto de intereses hemos acompañado. Ya los estamos alertando, para que retiren su firma. Y también advirtiendo al Ministerio de Salud, que no debe darles su aval.

Estos ataques y mentiras son la forma de operar de la industria alimentaria, que, como la tabacalera, usa verdades a medias y mentiras disfrazadas. Su afán de lucro no mide las consideraciones de salud ni de bienestar de la población. Es hora de quitarle la máscara.

Directora ejecutiva de Red PaPaz

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