Por Jorge Oliveira, director general de Sioslife
La tecnología es omnipresente en nuestras vidas. Vivimos en una era donde la forma en que nos comunicamos, trabajamos e incluso nos divertimos depende, en gran medida, del acceso a la tecnología. Sin embargo, especialmente para las personas mayores, la revolución digital ha traído consigo un nuevo tipo de desafío: el aislamiento social. Dado que la evolución demográfica sitúa a Portugal como uno de los países con la tasa de envejecimiento más alta de la Unión Europea, la soledad entre las personas mayores se ha convertido en una preocupación creciente. Pero, ¿podría la misma tecnología que parece mantenernos alejados ser, de hecho, la solución para aliviar esta soledad?
La soledad es un problema complejo que afecta gravemente a la salud física y mental de las personas mayores. A nivel físico, la soledad se asocia con un mayor riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, hipertensión e incluso una mayor mortalidad. Mentalmente, la soledad conduce a la depresión, la ansiedad y el deterioro cognitivo. La falta de interacción social también puede traer sentimientos de desesperación e inutilidad, contribuyendo a un peor estado de salud general. En Portugal, donde una gran parte de la población mayor vive sola, la necesidad de intervenciones que promuevan la inclusión social es apremiante.
La tecnología tiene el potencial de ser una herramienta poderosa para combatir el aislamiento social. Herramientas como videollamadas, redes sociales inclusivas, juegos de estimulación física y mental y aplicaciones diseñadas específicamente para personas mayores pueden ayudar a mantenerlas conectadas con familiares, amigos y la comunidad. Estas plataformas permiten a las personas mayores compartir experiencias, mantener conversaciones periódicas y participar en actividades sociales, reduciendo así los sentimientos de soledad y desesperación.
Sin embargo, la adopción de estas tecnologías no está exenta de desafíos. Muchas personas mayores se enfrentan a importantes dificultades a la hora de utilizar las nuevas tecnologías debido a la falta de familiaridad con los dispositivos, problemas motores y barreras cognitivas. Además, la resistencia psicológica al cambio y el miedo al fracaso o al ridículo constituyen obstáculos adicionales.
Para superar estas barreras, es fundamental que las herramientas tecnológicas se diseñen con interfaces sencillas e intuitivas, adaptadas a las necesidades de los usuarios mayores. Incluir íconos más grandes, botones visibles e instrucciones claras puede marcar la diferencia. Además, crear un entorno de aprendizaje alentador y sin prejuicios donde los usuarios mayores puedan experimentar y aprender en grupo puede aumentar significativamente su confianza y motivación. Es fundamental que este entorno sea interactivo y personalizado, respetando la historia de vida, los gustos y motivaciones, y el perfil físico y psicológico de cada usuario.
En Portugal ya existen varias iniciativas que buscan ayudar a las personas mayores a utilizar la tecnología para reducir la soledad. Los programas comunitarios y municipales ofrecen formación y apoyo tecnológico, permitiendo a las personas mayores conectarse con familiares y amigos a través de tabletas y ordenadores adaptados. Estas iniciativas son fundamentales para promover la inclusión digital y mejorar la calidad de vida de las personas mayores.
Las familias juegan un papel crucial en este proceso, animándolas y apoyándolas en el uso de las nuevas tecnologías. La compra de dispositivos adaptados, la configuración inicial y el soporte continuo son pasos prácticos que pueden marcar una gran diferencia. Además, las comunidades pueden organizar talleres y sesiones de capacitación, creando espacios comunitarios donde las personas mayores puedan acceder a la tecnología de manera segura e inclusiva.
Las instituciones sociales con respuestas tradicionales al cuidado de las personas mayores también están llevando a cabo su transformación digital. Estas instituciones, al adoptar nuevas tecnologías, son capaces de promover la inclusión digital, combatir el aislamiento y, simultáneamente, reducir costos y optimizar las operaciones del día a día. Al integrar soluciones tecnológicas, estas instituciones pueden ofrecer servicios más eficientes y personalizados, mejorando la calidad de la atención brindada.
La pandemia de COVID-19 ha puesto de relieve aún más la importancia de la tecnología para mitigar el aislamiento social. Durante los períodos de confinamiento, muchas personas responsables del cuidado de personas mayores recurrieron a herramientas digitales para mantenerse conectados. Esta experiencia ha demostrado que, con el apoyo adecuado y las herramientas adecuadas, las personas mayores pueden aprender a utilizar estos dispositivos de forma eficaz. Creo que, si bien la tecnología puede plantear un desafío importante a la hora de combatir la soledad entre las personas mayores, la era digital puede, de hecho, ser un puente hacia un futuro más inclusivo y conectado.
