En el corazón del condado de Lea, en el sureste de Nuevo México, un paisaje salpicado de torres de perforación y pozos de gas es testigo del impacto del impulso estadounidense hacia la independencia energética, un logro que se remonta a cinco años atrás. Ahora, Trump amenaza con expulsar a los trabajadores inmigrantes de ese lugar.
Este logro fue impulsado en gran medida por el auge del sector del petróleo y el gas en la región. Sin embargo, detrás de esta aparente prosperidad emerge una realidad compleja e incómoda. Las estrictas políticas de inmigración promovidas por el presidente Trump entran en conflicto con la apremiante necesidad de mano de obra en la industria energética.
En un condado orgullosamente conservador donde la política es profundamente roja y la mayoría de los votantes apoyaron a Donald Trump, la inmigración ha jugado un papel vital en el crecimiento económico. Sin embargo, las políticas del presidente están creando tensiones. Los trabajadores inmigrantes, muchos de ellos indocumentados, desempeñan funciones esenciales en la industria del petróleo y el gas, facilitando operaciones peligrosas que impulsan la economía local.
El dilema que enfrenta el condado de Lea se hace eco de un debate nacional sobre inmigración y energía. Mientras Estados Unidos busca la independencia energética, se enfrenta a la realidad de que esta búsqueda a menudo choca con políticas de inmigración restrictivas. El futuro de la industria del petróleo y el gas, así como el destino de los trabajadores inmigrantes, sigue siendo incierto, lo que refleja la compleja intersección entre política, economía y moralidad a nivel local y nacional.