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Cocuus: La magia de la tecnología convertida en secreto ibérico

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En Cocuus tienen claro que lo suyo es resolver un problema grave y de índole mundial: acabar con el hambre y la falta de proteínas cárnicas, en palabras de Patxi Larumbe Beramendipromotor de esta idea de negocio, junto con el ingeniero Daniel Rico.

Lo bueno es que lo quieren conseguir sacando de la ecuación al sacrificio animal. Para ello, desarrollan impresoras 3D capaces de producir alimentos biosintéticos con los mismos nutrientes y proteínas que los que se obtienen de la forma tradicional.

Sus impresoras se alimentan de tres vías: Células vegetales, lo que se conoce como a base de plantas; cultivo celular animal, también conocido como basado en células o carne cultivada en laboratorio, la cual utiliza muestras de tejido procedentes de animales vivos para el cultivo sostenible de carne en un biorreactor. De aquí obtienen una especie de papilla de células que luego convierten en chuletones. La tercera y última vía corresponde a los derivados de las grandes cárnicas (a base de carne), donde se desechan al día miles de kilos de carne que el mercado suele rechazar por su fea apariencia o por la textura.

Con todo esto, en Cocinar desarrollan soluciones industriales para la producción de análogos (comida mimética) de proteína animal, vegetal o celular mediante la impresión láser 2D/3D, bioimpresión y mecatrónica.

Una fábrica única

En esta línea, han creado la primera fábrica de biosíntesis de impresión 3D de bacon en el mundo. La factoría, de 2.000 m2 y con sede en Tudela (Navarra), alberga una impresora capaz de sacar 1.000 toneladas de bacon al año.

Y ello, sin cerdos, porque es a base de plantaslo que les abre también las puertas al mercado Halai, al que se le atribuye un 19% de la población mundial. Lo han hecho de la mano de Foodys, la compañía que se encarga de poner los productos en el mercado y de su distribución porque lo de Cocuus es pura ingeniería.

Asimismo, para evitar el engorde forzoso de los patos que provoca el hígado graso para la producción de foie, han sintetizado también estas moléculas, del que resulta un paté en el que la única diferencia que percibe el consumidor es en el monedero. Nuevos productos. Lo siguiente que están a punto de sacar es atún a base de plantas.

“También aquí te quitas a todos los pescados de un plumazo y sabe exactamente igual que el otro”, dice el CEO. Una vez implementada la impresora del bacon, la intención es lanzar al mercado una máquina industrial para hacer chuletones y otra, para gambas vegetales.

Cocuus: La magia de la tecnología convertida en secreto ibérico
Patxi Larumbe, CEO y cofundador de Cocuus.

Multiplicar la facturación

Ya con la nueva máquina en el mercado, en Cocuus confían en pasar del medio millón facturado en 2023 a 4 millones en 2024. La empresa monetiza vendiendo la maquinaria que desarrollan y produciendo para terceros. La otra fuente de ingresos son las biotintas que fabrican para las grandes compañías alimentarias, las cuales comercializan en bolsas con todos los ingredientes necesarios en su justa medida.

La propiedad. Aunque los promotores mantienen el 75% de la propiedad de la compañía, el 25% restante está en manos de distintos accionistas, como Cargill, el mayor grupo alimentario del mundo, con sede en EEUU, con el 5% de la accionariado, o el fondo New Protein Fund, con idéntica participación. Cuentan también con el apoyo de otros pequeños accionistas, como el Gobierno de Navarra o la familia de Mahou San Miguel.

Después de conseguir el año pasado una inversión por valor de 2 millones y medio de euros, negocian ahora una segunda ronda con el propósito de acelerar la internacionalización “y montar plantas y proyectos en otros países”.

Talento local. La empresa cuenta con una plantilla de 25 personas, muchos de ellos ingenieros y biotecnólogos procedentes de las universidades, públicas y privadas, de Pamplona. “No tenemos inconveniente en contratar a personas de cualquier otro lugar, el problema es que la única manera de aprender para trabajar en Cocuus es in situ, acompañados por alguien que ya conoce la técnica y tiene experiencia. El proyecto es tan novedoso que tenemos que formar a nuestros propios empleados”, aclara Larumbe.

La solución acumula ya un total de 18 premios cosechados, tanto dentro como fuera de España. Entre ellos, se encuentra el concedido por esta revista en los Premios Emprendedores 2023 a la Innovación Agroalimentaria.

Un emprendedor veterano

Cocuus no es la primera aventura emprendedora de Patxi Larumbe. A sus 60 años, dice haber montado negocios de lo más variopinto, desde alquilar discotecas, hasta un almacén de material de construcción, un restaurante o una empresa de ingeniería acústica. Millonario no se hizo, pero tampoco le fue mal, ya que todos los negocios los vendió o traspasó.

Antes de montar Cocuus, Larumbe ya fabricaba impresoras 3D en pequeño tamaño hasta que se decidió a trasladar la fabricación aditiva al mercado alimentario. Entonces, empezaron a diseñar y fabricar impresoras de formato pequeño, orientadas a cocineros y negocios de restauración. La idea tenía encaje en el mercado, hasta que llegó la crisis sanitaria con la Covid-19 y todos sus clientes tuvieron que cerrar.

“De la noche a la mañana, nos quedamos sin clientes. Pero, también fue una oportunidad para replantearnos la estrategia de negocio y pivotar”, cuenta el CEO.

Es, entonces, cuando deciden cambiar el objetivo y dirigir el producto a las grandes marcas de fabricación alimentaria, brindándoles una solución “que resuelve tanto sus problemas de producción como otro de índole mundial, que es el hambre y la falta de proteínas cárnicas, sin tener que sacrificar más animales y generando una economía circular con el aprovechamiento de los residuos”, subraya.

No obstante, reconoce Larumbe que hay quien muestra alguna reticencia cuando oye hablar de un chuletón de biotintas, pero que todo es cuestión de probar para eliminar prejuicios.

El sueño cumplido

Este emprendedor se siente con muchas ganas y en plena forma para sacar adelante el proyecto de Cocuus. Su veteranía en el ecosistema le lleva a expresarse con cautela, aunque, como él mismo dice, “después de haber montado 14 empresas, es más difícil equivocarse con la décimoquinta”.

En cuanto a los sueños que le quedan por alcanzar en el mundo empresarial, asegura que le quedan pocos o ninguno por safisfacer. “¿Sueños? Ninguno. Estamos formulando la alimentación del futuro para las grandes compañías alimentarias del mundo. No sé qué más se puede soñar”.

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