Los utensilios de piedra y hueso que aparecen en los yacimientos prehistóricos son vestigios de la interacción de los humanos con el medio natural para obtener alguna utilidad. Hace más de dos millones de años puede que usaran piedras con poca o ninguna elaboración, pero, conforme fueron evolucionando, nuestros ancestros modificaban y adecuaban esas herramientas de manera cada vez más compleja; pasaban por su mente y por sus manos, lo cual demuestra un gran incremento de sus capacidades cognitivas. Frente a los fósiles de otros seres vivos, testimonio de muerte, los humanos dejaron además una constatación de vida a través de los objetos que fabricaron. La cultura, el ingenio y la creatividad nos diferencian de manera sensacional del resto de los animales. ¿Dónde y cuándo empezaron a brillar estas habilidades?
Posiblemente, los homínidos usaron antes que las piedras otro tipo de materiales, como huesos, cornamentas, madera o tallos vegetales, pero estos no son tan duraderos y se conservan peor. Algunos restos de útiles óseos, como puntas y perforadores hallados en cuevas sudafricanas, como las de Swartkrans y Kromdraai, se han asociado a un posible empleo por los australopitecos, antepasados al linaje humano con cualidades morfológicas que les hicieron bípedospero sin habilidades cognitivas reseñables. De todas formas, eso no descarta que pudieran usar determinados instrumentos para recoger termitas o tubérculos, tal como hacen los chimpancés hoy en día.
Hace entre dos y tres millones de añoslos primeros representantes de nuestro género Homo estaban experimentando cambios prodigiosos. Mediante un proceso evolutivo sin grandes modificaciones aparentes, determinados tendones, músculos y sus inserciones se transformaron para generar mucha más potencia en las extremidades superiores. Así, las manos pasaron a ser verdaderas pinzas de precisión con las que era posible fabricar y manipular objetos. Las de sus predecesores, los australopitecos y los ardipitecos, no tenían tal capacidad de pre-cisión, aunque sí les permitían agarrarse a las ramas de los árboles mediante la presión.
Los primeros humanos cogían guijarros o cantos de los ríos y les daban unos pocos golpes con otra piedra, quitando una o varias lascas. En ocasiones, seleccionaban las materias primas a kilómetros de distancia. La talla implicaba un número relativamente reducido de gestos, pero estos ya presentaban una notable dificultad. Las marcas de corte encontradas en restos óseos indican que los bordes afilados de las lascas se usaban para cortar y despiezar carney para machacar huesos y acceder al tuétano, que tiene un gran valor alimenticio. Esta tecnología se denomina modo 1 u olduvayense –de la garganta de Olduvaien Tanzania, donde se descubrió– y fue utilizada por las primeras especies humanas: un hombre manitas y Homo rudolfensis. Las piezas más características son los choppers –cantos trabajados únicamente en una cara– y los chopping tools –cantos tallados por dos caras adyacentes–.
Hay útiles con una antigüedad de hasta 3,3 millones de años, cuando todavía no existía el género Homo
Los rastros más viejos de la tecnología olduvayense, fabricados hace 2,6 millones de años, los encontramos en Ledi-Geraru y Gona, en Etiopía, junto a huesos de animales –por ejemplo, de cebra– con marcas de corte. Pero hay otros vestigios en distintos parajes africanos. En el este, Omo y Hadar (Etiopía), con 2,35 millones de años; y Lokalalei (Kenia), con 2,3 millones. En el sur, Sterkfontein y Swartkrans (Sudáfrica), con 2,2 millones; y en el norte, Ain Boucherit (Argelia), con más de 2 millones.
Fuera de África, los primeros representantes de Homo también dejan restos de herramientas líticas en fechas muy antiguas y lugares asombrosamente alejados del continente africano. Hay muestras de sus habilidades incluso en el norte de China, que datan de hace 2,1 millones de años y, posteriormente, de hace 1,6 millones, lo que pone de manifiesto la presencia de humanos fuera de África bastante antes de lo que tradicionalmente se consideraba.
No obstante, ¿podemos enunciar con seguridad la ecuación Homo =tecnología? La antigüedad de los primeros útiles líticos conocidos se amplía con nuevos hallazgos cada pocos años, lo que enriquece, o destruye, viejas suposiciones. En 2015 se descubrió un conjunto de útiles procedentes del yacimiento keniata de Lomekwi, compuesto por más de un centenar de lascas, núcleos, percutores y yunques. Se trata de una elaboración tosca, con productos grandes y pesados obtenidos principalmente mediante golpes contra un yunque, que implican gestos parecidos a los ejecutados por los chimpancés para partir nueces.
¿Quiénes fueron sus autores? Es una incógnita. Se ha estimado que esa industria, llamada lomekwiense, se desarrolló hace unos 3,3 millones de añosuna datación que deja temblando al siguiente registro más viejo de herramientas líticas, con 2,6 millones de años de antigüedad, como mencionábamos anteriormente. En aquella cronología aún no se conoce ningún representante del género Homo; es decir, todavía no había humanos, sino varias especies de australopiteco y la enigmática Kenyanthropus platyopsque presenta una morfología similar a la de los australopitecosaunque con la cara más plana –o sea, más moderna–. Los principales restos de este último aparecieron precisamente a tan solo un kilómetro del yacimiento de Lomekwi.
Por tanto, el desarrollo de la tecnología lítica tal vez no fue un hito exclusivamente asociado a la aparición de nuestro linaje. En lugar de eso, el aprendizaje de determinadas habilidades sociales pudo empujar a distintos homininos a explorar técnicas que su mano anatómicamente moderna empezaba a permitir. En la región de Afar (Etiopía), cerca de donde aparecen representantes tempranos de Homo en el este de África, se han encontrado restos de una especie de australopiteco llamada Australopithecus garhi a la que se asocian piezas de piedra y restos de antílopes con impactos de herramientas.
En definitiva, la invención de la tecnología no fue un proceso rápidosino que hubo diversos ensayos durante milenios con los recursos a mano; entre ellos, las piedras. Muchos de esos experimentos no progresarían demasiado, y tal vez nunca llegaremos a conocer algunas industrias incipientes. Pero otras sí tuvieron éxito, y sus autores fueron capaces de transmitir el conocimiento de esas técnicas durante cientos de miles de años. Así, las primeras oleadas de homininos que salieron de África se llevaron la tecnología olduvayense. La encontramos en Dmanisi (Geor-gia), a más de 5.000 kilómetros de Etiopía, y fue empleada por el hombre de pie hace 1,8 millones de años para procesar la carne de ciervo y rinoceronte. También llegó hace entre 1,4 y 1,1 millones de años al sur de Francia –Vallonnet o Bois-de-Riquet– y a la península ibérica –Orce, en Granada, y la Sima del Elefante, en Atapuerca–.
Al mismo tiempo que se empleaba la tecnología olduvayense fuera de África, la fabricación de herramientas líticas estaba adquiriendo en este continente mejoras importanteslo que dio lugar al modo 2 o achelense, nombre tomado del yacimiento francés de Saint-Acheul. Se caracteriza por los famosos bifaces o hachas de manoasí como otros soportes de gran formato fabricados sobre lascas o cantos: hendedores y triedros –con tres caras que terminan en un pico grueso–. Están hechos con percutores de piedra y percutores blandos de hueso o asta.
El bifaz es la ‘navaja suiza’ de la prehistoria, y fabricarlo requiere mucha habilidad mental
Tallar un bifaz requiere mucha habilidad mentalcon pasos intermedios que buscan la simetría y el equilibrio. Sus primeros autores contaban con un cerebro que duplicaba el tamaño del encéfalo de antepasados que vivieron medio millón de años antes. Esas herramientas se acomodan bien a la mano y son multifuncionales: combinan una punta en un extremo, una terminación roma en el otro y superficies cortantes a los lados, que además se pueden volver a afilar cuando es necesario.
Es la navaja suiza de la prehistoria, un utensilio robusto que se emplea para cortar, raer o cavar. En algunos lugares, los bifaces resultan más toscos, pero en general son muy elegantes y solemos admirar su bella forma de lágrima. El achelense manifiesta un grado de estandarización, en la técnica y la forma de los productos que se mantienen más de un millón y medio de años.
Durante el Paleolítico medio hay un cambio en la estrategia de producción: de la reducción de un núcleo pétreo para conseguir un solo útil se pasa a la explotación de múltiples lascas con el fin de obtener objetos de menor tamaño y mayor diversidad. Los métodos de talla son también variados, y su elección está relacionada con la calidad y resistencia de la materia prima.
Destaca la técnica Levallois, inventada hace unos 300.000 años y llamada así por el yacimiento francés homónimo. Consiste en crear la forma pretendida de la lasca antes de extraerlamientras el núcleo adquiere un característico perfil jorobado, semejante al caparazón de una tortuga. Al final, dicha lasca se separa con un solo golpe. El control sobre el proceso de fabricación aumenta notablemente con este sistema, hegemónico en numerosas industrias de Europa, Asia y África. Nos hallamos en el denominado modo tecnológico 3.
En Europa, la industria predominante durante el Paleolítico medio se denomina musteriense, término tomado de la cueva francesa de Le Moustier (Dordoña). Es la tecnología de los neandertales, que elaboran raederas, cuchillos, hendedores, puntas… Aunque abundaban en su entorno, parece que estos homininos extintos usaron poco materiales como hueso, asta y marfil, más difíciles de trabajar que la piedra o la madera.
No sabemos si las innovaciones del Paleolítico medio tienen un solo origen o surgieron en varios sitios a la vez
El Paleolítico medio se conoce en África como MSA –iniciales de Middle Stone Age, Edad de Piedra media–, que sucede rápidamente a la cultura achelense. Mientras que en el norte las herramientas se parecen a las de los neandertalesotras áreas ofrecen más variedad: por ejemplo, picos y puntas Levallois en África central y oriental; y lascas alargadas y herramientas de tipo cuchillo en el sur. Algunos yacimientos destacados son Nasera (Tanzania); Blombos y Sibudu (Sudáfrica); y Jebel Irhoud (Marruecos).
Hace 300.000 años, encontramos en el oriente africano unas habilidades técnicas inesperadas para esa antigüedad: sus habitantes elaboraban puntas y cuchillos cuya tecnología no se generalizó hasta más de 100.000 años después. Algunos materiales se encuentran a 25-50 kilómetros de distancia, lo que sugiere un posible intercambio entre grupos alejados. También se sabe que man ipulaban mineral de manganeso y de hierro para extraer polvo de pigmento.
Así como en Eurasia asociamos el musteriense al linaje neandertal, ¿quiénes fueron los artífices de la MSA en África? El yacimiento etíope de Gademotta guarda una colección de puntas típicas de ese periodo datadas en unos 275.000 años; o sea, 75.000 años antes, como mínimo, a la presencia más antigua de Un hombre sabio en la zona. Aunque la MSA se vincula a los primeros grupos de Un hombre sabiopuede que también caracterizaba a otros homininos arcaicos que evolucionaban en África hace medio millón de años.
Por otra parte, nuestra especie puede ser más vieja de lo que pensábamos hasta hace poco. Las herramientas líticas de Jebel Irhoud recuerdan al musteriense europeo, lo cual sugirió en un primer momento que los restos humanos asociados a ellas podrían ser neandertales. Con la nueva datación de esos materiales, que apunta a entre 280.000 y 350.000 años de antigüedad, ahora se asocian a nuestro linaje. Tal vez fueron uno de esos grupos arcaicos de Un hombre sabio que componían la sopa genética de la que iban surgiendo los humanos modernos.
El Paleolítico medio, en Eurasia, y la MSA, en África, constituyen un periodo importante de innovaciones técnicas y culturales. Comenzamos a ver entonces las primeras señales de comportamiento simbólico, y de forma simultánea en distintos emplazamientos. Los neandertales trabajaban en sitios dispares de Europa las garras de aves rapaces para emplearlas como adornos. En África y el Viejo Continente, diversos grupos humanos perforaron conchas a modo de cuentas de collar. También encontramos grabados sobre huevos de avestruz, en África, y sobre conchas, en Asia.
¿Hay una coincidencia de las culturas desplegada por distintas especies humanas?El debate es apasionante. Algunos de los últimos representantes de especies arcaicas pre-sapiens –el Un hombre de Rodesia o el Un hombre de Heidelberg– quizá ya desarrollaron el modo 3 o Levallois en África y transmitieron la técnica a los neandertales cuando migraron a Europa, mientras que en África habrían dejado ese lega-do cultural a los humanos modernos.
Según la hipótesis de la convergencia cultural, la MSA presentaba una complejidad relativamente baja en sus primeras fasesy pudo tener lugar una concurrencia de ideas hace unos 200.000 años. Esto contrasta con la mayor especialización posterior que vemos, por ejemplo, en las puntas bifaces de Blombos (Sudáfrica), de 71.000 años, semejantes a las puntas solutrenses que aparecen en Europa 50.000 años después.
Mientras tanto, Asia también ofrece ejemplos antiquísimos de la técnica Levallois: hace 385.000 años en la India –caso del yacimiento de Attirampakkam–; y hace entre 170.000 y 80.000 en el suroeste de China, caso de la cueva de Guanyindong. Y de nuevo, los expertos debaten si la adopción de técnicas avanzadas llegó con las migraciones humanas desde Occidentecomo se pensaba hasta hace poco, o más bien fueron desarrolladas en poblaciones locales por convergencia cultural. Pero estos autores no serían H. sabiopresentes en el sur de China hace solo 100.000 años. ¿Lo hicieron los denisovanos, ese grupo humano conocido solo por su rastro genético?
La transición del Paleolítico medio al superior supone la generalización del cambio en el método de producción de útiles. Observamos una obtención sistemática de láminas y laminitas alargadas y finas, que se retocan para dar lugar a diferentes herramientas: raspadores, buriles, perforadores, cuchillos y, sobre todo, puntas de proyectil de distintos tipos.
La diversidad y la especialización caracterizan el registro arqueológico de este nuevo periodoque comienza hace unos 40.000 años en África –donde se denomina LSA, Late Stone Age o Edad de Piedra tardía– y en Oriente Medio. Luego se propaga por Europa, donde está vigente hasta hace unos 11.000 años. Además de piedras, se manejan materiales como huesos, astas, marfil y arcilla. No es raro encontrar herramientas compuestas, como arpones con puntas desmontables, y propulsores para incrementar el alcance de los proyectiles.
En estos momentos tiene lugar también una explosión de manifestaciones simbólicas y artísticasasí como la mejora de tecnologías preexistentes: asistimos a la elaboración de tiendas con huesos de mamut, piedras, maderas y recubrimientos de piel; al uso más eficiente del fuego; al empleo de arcos y flechas para cazar; o a la invención de instrumentos y técnicas de pesca.
El Paleolítico superior y la LSA experimentan numerosos periodos tecnológicos, en ocasiones con solo varios milenios de vigencia. Los yacimientos son también muy abundantes, algunos de ellos con largas secuencias de ocupación en el mismo lugar: El Castillo (España), Pincevent (Francia), Geissenklösterle (Alemania), Mumba (Tanzania), Panga ya Saidi (Kenia), Denisova (Rusia), etcétera. Incluso hace más de 30.000 años, los humanos ya viven a 4.600 metros de altitud en el Tíbet, donde dejan miles de restos líticos como testimonio.
En Europa occidental se suceden distintas culturas. Generalmente, asumimos que los primeros grupos de humanos modernos que llegaron al continente fueron contemporáneos de los últimos neandertalescreadores hace 38.000 años de una industria llamada chatelperroniense. Presente en el oeste y sur de Francia y el norte de España, suele considerarse una transición entre las tecnologías de las dos especies humanas, tal vez por influencia o intercambio cultural. Coincidió un tiempo con el periodo auriñaciense, hace unos 35.000 años, primera cultura asociada de forma específica a los Un hombre sabio europeos. Sus artífices mejoraron la talla laminar y la fabricación ósea, de las cuales son muy características las azagayas –pequeñas lanzas arrojadizas–.
Hace unos 29.000 años, aparece en algunas partes del Viejo Continente la cultura gravetienseque se caracteriza por un auge de los útiles de hueso, los elementos de adorno personal y unas laminillas muy estilizadas con el borde rectilíneo retocado –puntas de la Gravette–. En el periodo solutrense –hace 22.000 años–, el tallado de piedra alcanza una gran calidad. Entonces se fabrican puntas de proyectil bifaciales, delgadas y estilizadas con enorme destreza en el retoque por presión y el uso del fuego para calentar la piedra. Y, por último, el magdaleniense –hace 17.000 años– destaca por la eclosión de diferentes tipos de útiles de hueso y asta, a veces adornados con grabados: bastones, azagayas, espátulas, cinceles, varillas, punzones y arpones. Los humanos de esta época crean abundantes objetos de arte mueble, preciosas piezas de una manufactura admirable.
El Paleolítico termina hace unos 11.000 años. En Europa, los hielos se retiran, desaparecen grandes mamíferos, como el mamut y el rinoceronte lanudo; otros, como el bisonte y el reno, emigran hacia el norte. Los Un hombre sabio vuelven a expandirse hacia las regiones más septentrionales, de donde habían desaparecido en el Último Máximo Glacial. La dieta se diversifica enormemente, y en las costas se intensifica la pesca. Ante estas nuevas situaciones, los humanos emplean herramientas pequeñas y especializadas –los microlitos– con distintas aplicaciones: puntas de flecha, raspadores, buriles o útiles de marisqueo.
Durante unos 6.000 años transcurre el Mesolítico, transición hacia la revolución económica y social que tendrá lugar en varios procesos independientes y geografías distintas. El Neolítico acarrea una gran transformación tecnológica, y la invención de un nuevo conjunto de herramientas al servicio de la explotación agrícola y ganadera y el almacenamiento de los alimentos: hachas pulimentadas y enmangadas para desbrozar o labrar, hoces, molinos de mano, cestos, vasijas de cerámica, espátulas, cucharas… Es el comienzo de un cambio irreversible en la relación de los humanos con su medio natural.