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La Mesa por la Salud y la Vida de las Mujeres

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Ustedes dirán que en 25 años de luchas, dos victorias no son tantas; y sin embargo, estas dos victorias –dos fallos de la Corte Constitucional, C/355 y C/055– lograron concretar los derechos de las mujeres en temas tan candentes como el derecho a decidir sobre su cuerpo en relación con maternidades deseadas, uno de los debates políticos, jurídicos, médicos y éticos más controversiales en las dos últimas décadas en Colombia.

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Y a este propósito hay que recordar la triste historia del cuerpo de las mujeres, ya que, como nos lo recordaba la gran activista feminista radical, Kate Millett, uno de los mitos favoritos de la mentalidad conservadora estriba, precisamente, en que toda mujer es una madre en potencia.

La lucha fue dura, a veces heroica ante tantos estigmas, estereotipos y prejuicios que la sociedad colombiana, como muchas otras, han construido frente al aborto. No obstante, poco a poco, en la Mesa por la Salud y la Vida de las Mujeres aprendimos a llenarnos de argumentos que cambiaron el rumbo de los debates.

Todas éramos firmemente decididas a profundizar debates alrededor de lo que para entonces ya se llamaban derechos sexuales y reproductivos, con énfasis sobre el aborto y su posible despenalización.

Y es en 1998 cuando nace la Mesa por la Vida y la Salud de las Mujeres en esta gran casa de Profamilia de la calle 34, con un grupo de mujeres y organizaciones feministas, animadas por su directora, María Isabel Plata. Todas éramos firmemente decididas a profundizar debates alrededor de lo que para entonces ya se llamaban derechos sexuales y reproductivos, con énfasis sobre el aborto y su posible despenalización. Debates duros en una Colombia aún muy conservadora en cuestiones como el aborto y la libre opción a la maternidad.

Sin embargo, y gracias a un nuevo ambiente constitucional (1991) y un aprendizaje para hacer incidencia política bajo la tutela de la abogada colombiana Mónica Roa, y por supuesto al apoyo de las organizaciones de mujeres y del movimiento feminista, se logró, el 10 de mayo de 2006, la Sentencia C/355, que determinó que no se incurría en delito de aborto cuando existía una de las tres causales –malformación del feto, riesgo para la salud de la mujer gestante y abuso sexual–, un fallo que marcó un hito en las luchas por el reconocimiento de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres colombianas.

Sin embargo, y no obstante un trabajo incansable de la Mesa por la Salud y la Vida de las Mujeres, los abortos despenalizados por medio de la Sentencia 355 de la Corte Constitucional representaban un porcentaje ínfimo del conjunto de los abortos registrados en ese momento. El modelo de las causales no funcionó como lo habíamos pensado. Había que seguir trabajando y encontrar nuevos argumentos y estrategias para lograr una ciudadanía plena de las mujeres en cuanto causa justa.

Así nació, en el seno de la Mesa, el movimiento Causa Justa, que exigió la eliminación total del aborto del Código Penal con el argumento central de que la causa de las mujeres es la libertad. Libertad para decidir, libertad para no embarazarse y libertad para abortar de manera segura y oportuna según sus intimas razones y convicciones.

Fueron argumentos relacionados con la libertad y una ciudadanía plena de las mujeres que llevaron al nuevo fallo de la Corte Constitucional, C/055, fallo que legalizó el aborto hasta la semana 24 de gestación y que ubica además al país entre los cinco países del mundo en relación con un aborto legal y un reconocimiento de mujeres ciudadanas plenas. Y por supuesto, el trabajo sigue porque en cuestión de derechos para las mujeres hemos aprendido que nada está adquirido para siempre.

FLORENCIA TOMÁS
* Coordinadora del grupo Mujer y Sociedad

(Lea todas las columnas de Florence Thomas en EL TIEMPO, aquí)

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