Era el tema que más división generó durante la campaña electoral, y ahora aparecen indicios en el sentido de que todos están de acuerdo: la dolarización ya parece haber perdido consenso incluso dentro del partido La Libertad Avanza, mientras desde todos los sectores se empieza a ponderar la ventaja del desdoblamiento cambiario.El propio Javier Milei se cuida de no pronunciar la palabra «dolarización», súbitamente convertida en un tabú desde su derrota en la primera vuelta electoral y, sobre todo, desde la conformación de su alianza con Mauricio Macri y Patricia Bullrich.Como habían previsto los politólogos, al candidato libertario no le está resultando fácil hacer equilibrio entre el sostenimiento de su programa original, pero limando los bordes más ásperos, de forma de no ahuyentar a los votantes de Juntos por el Cambio.Es así que se vio en redes un video en el que Milei, leyendo un texto en el que desmiente que vaya a eliminar subsidios al transporte, ni planes sociales, ni la cobertura de salud pública ni la educación pública, marca un fuerte cambio de perfil. Calmo, en tono monocorde, notoriamente guionado, y evitando todos los temas que habían sido caballitos de batalla de su campaña -sobre todo la dolarización y la «motosierra» del gasto público-, el candidato libertario deja una sensación de que ya no domina al 100% su propia campaña, sino que se nota la injerencia del nuevo aliado macrista.Únicamente habla de la dolarización cuando los medios de comunicación le plantean expresamente el tema, y se cuida de no pronunciar esa palabra sino de decir que su objetivo es «la eliminación del Banco Central», pero aclarando que se puede hacer de varias formas y sin profundizar en la forma ni los tiempos en que se haría esa reforma. Y, por cierto, sin celebrar, como había hecho antes de la primera vuelta electoral, que la suba del dólar paralelo le facilitara esa tarea porque resultaría más barato rescatar los pasivos monetarios.El único economista del equipo de Milei que festeja esas declaraciones y las interpreta como que el plan original sigue en pie es Emilio Ocampo, el pre-designado presidente del BCRA en caso de que Milei llegue a la Casa Rosada.Tras su alianza con Patricia Bullrich y Mauricio Macri, el candidato Javier Milei ya no volvió a hablar abiertamente de dolarizaciónOcampo sigue trabajando con su equipo en el plan para sustituir la moneda por el dólar, y hace pocos días destacó que esa reforma «nunca fue más asequible». Para apoyar su argumento, publicó un gráfico en el que se indica cuántos meses de exportaciones son necesarios para comprar toda la base monetaria del país. Naturalmente, el gráfico mostraba un mínimo histórico, con menos de dos meses de exportaciones, mientras que el pico de los últimos años -ocurrido en 2018 antes de la devaluación de Macri- equivalía a casi un año.Ocampo, con menos ratingPero lo cierto es que Ocampo aparece cada vez más solo en esa prédica. Economistas que forman parte del equipo de asesores de Milei, como el influyente ex viceministro Carlos Rodríguez, se han pronunciado en contra y han hablado de salidas alternativas.Y, al mismo tiempo, gana fuerza la versión de que ex funcionarios de la gestión macrista -también críticos de la dolarización- podrían formar parte de un eventual gobierno de Milei. En particular, se menciona a Federico Sturzenegger, ex presidente del BCRA, uno de los pocos funcionarios a quien Milei siempre elogió, al tiempo que criticó a otros, como el ex ministro Alfonso Prat Gay.En los últimos días, se llegó a mencionar incluso el nombre de Sturzenegger como el eventual ministro de economía de Milei. ¿Qué opina Sturzenegger sobre la dolarización? Lo dejó claro en un reciente acto público: «Por un lado, la dolarización implica que uno tenga que comprar los billetes que usamos como papel para la transacción. Ello va a tener un gran costo. Y por el otro, dolarizar es una decisión estrictamente unilateral. Uno decide en un momento que la moneda vigente sea el dólar y el próximo mandatario cambias las cosas de lugar».Y hasta consideró que la adopción de una moneda común regional, que no era una opción de su preferencia, sería mejor que el proyecto dolarizador: «Nos permitiría ahora acomodar y ajustar precios en relación con las economías de otros países que también la utilicen. Nos sacaría de encima además la necesidad de comprar divisas o cambiar el peso por otra menda y cumple con el objetivo principal y más importante que es sacar al BCRA del radar de los políticos».Alivio del mercado financieroLo cierto es que desde que en el mercado se instaló la percepción de que la dolarización será difícil de concretar, aun si Milei llegara a la presidencia, la reacción fue de un alivio en los indicadores financieros. Especialmente en aquellos que se habían disparado ante el pánico por una licuación de activos.El panorama del mes previo a la elección de primera vuelta había sido caótico, con una fuga de $1,4 billón desde las colocaciones en plazos fijos, en medio de rumores de una licuación de depósitos al estilo del Plan Bonex de 1990. Tras la elección, y al disiparse la percepción de que el polémico proyecto dolarizador de Milei pudiera concretarse en el corto plazo, se revirtió el flujo del dinero.Como reacción a una menor probabilidad de dolarización, hubo un masivo regreso de fondos a los depósitos de plazo fijo en pesosSegún fuentes del sistema financiero, en apenas 10 días se registró ya una vuelta de unos $700.000 en renovaciones de plazos fijos, es decir la mitad del monto que se había fugado durante la corrida pre-electoral.También es notable el desplome en el mercado de futuros: mientras una semana antes de las elecciones había posturas para diciembre que marcaban un dólar oficial de $950, actualmente esos contratos rondan los $630.Y en el mercado financiero también se nota una distensión, con un «contado con liqui» en la zona de $883 y un blue en $925. Es decir, valores que dejaron una fuerte pérdida a quienes, en el momento de mayor incertidumbre, habían comprado a $1.100 en la previa electoral.Es en este marco que la consigna dentro del espacio que apoya a Milei es clara: no repetir ninguna frase que pueda desatar el pánico en el mercado, como la recordada recomendación de no renovar plazos fijos ni de definir a la moneda nacional como «menos que excremento».Cobra fuerza el desdoblamientoY lo más llamativo de este momento es que, mientras la nueva alianza Macri-Milei trata de borrar a la dolarización del debate, ganan protagonismo nuevas propuestas sobre cómo desarmar el cepo y avanzar hacia una normalización «no traumática» del mercado cambiario.Todas reproducen, con matices, la iniciativa que ya desde 2020, en plena pandemia, había planteado Domingo Cavallo: desdoblar al mercado cambiario en un segmento comercial, en el que regiría un dólar regulado, y otro financiero y turístico, completamente libre.Quien replanteó el tema con mayor profundidad fue Carlos Rodríguez, que pese a no estar entre los mencionados como «ministeriables» ejerce influencia sobre la plana dirigente de La Libertad Avanza, donde abundan ex alumnos de Rodríguez en la Ucema.El economista Carlos Rodríguez disparó un nuevo debate interno entre los libertarios, al proponer un desdoblamiento del mercado cambiarioEl economista planteó crear un mercado único del dólar, sin intervención ni topes por parte del Estado, para todas las operaciones excepto las de deuda pública y las de comercio exterior. Es decir, sería el mercado para los ahorristas, el turismo y los servicios.El otro mercado, el regulado, establecería un tipo de cambio más bajo que el otro dólar «de mercado», que regiría para los títulos de deuda indexada y el mercado de futuros. Es decir, quienes tienen bonos «dólar linked» mantendrían la cobertura según ese tipo de cambio regulado.Y, para las exportaciones e importaciones, regiría un mismo sistema, con cierto parecido al que Sergio Massa aplica hoy como incentivo exportador. Rodríguez plantea que el comercio exterior liquide las divisas en parte en el mercado libre y en parte al oficial, pero que el dólar regulado tendría una ponderación descendente hasta, eventualmente, llegar a cero. En otras palabras, que el dólar para exportar e importar iría subiendo hasta confluir con el dólar libre de los ahorristas y el sector servicios.No es una propuesta que esté libre de críticas, desde ya. Especialmente porque implica una licuación parcial de los pasivos del Banco Central y del Tesoro, tales como letras indexadas por dólar link, contratos de futuros, bonos del Tesoro y, eventualmente, deudas con los importadores.Pero, aun así, es una propuesta que empieza a ser tomada en cuenta como políticamente viable, y que evitaría una mega-devaluación que pudiera contagiar a los precios en un evento del tipo «Rodrigazo».Señales desde el equipo de MassaLo más llamativo de este momento es que una salida como la que propone Rodríguez no es mal vista en el equipo que asesora a Sergio Massa. De hecho, el año pasado, antes de asumir como viceministro, el propio Gabriel Rubinstein había planteado la conveniencia de un tipo de cambio desdoblado.»Si se nos permite ahorrar, viajar al exterior, pagar con tarjeta afuera, al valor de un dólar diferente al del MULC (por ejemplo un mercado MEP), OK. Si con eso, y alguna medida adicional se descomprime la compra de insumos y bienes importados de uso corriente y extendido (por ejemplo ¡café!), se entiende en esta economía en «emergencia», que coquetea con la hiperinflación», argumentaba el hoy viceministro.Roberto Lavagna, que coordina al equipo de asesores de Sergio Massa, estudia una normalización cambiaria en la que no se excluye una etapa de desdoblamiento formalSu visión era que la restricción de importaciones era una de las peores medidas que se podían tomar, porque obligaba a muchas empresas a usar sus propios dólares para importar, lo que llevaba a que los costos de producción o comercialización quedaran valuados al del mercado MEP. Una crítica que probó tener un carácter profético.Sin embargo, la flexibilización de ha tenido Massa en ciertos aspectos cambiarios ha merecido el elogio hasta de Domingo Cavallo. El creador del «uno a uno» ponderó la medida que permitió el ingreso de capital y financiamiento externo a través del mercado «contado con liqui», algo que vio como el inicio de un desdoblamiento que llevara progresivamente a una unificación cambiaria.Después de la primera vuelta electoral, Massa avanzó en ese camino, al extender a todos los exportadores el mismo incentivo que antes se aplicaba a los productores sojeros, que implica que parte de la liquidación puede hacerse al «contado con liqui» en vez del tipo de cambio oficial. Esa porción, que antes era del 25%, fue aumentada a 30%.Y la consecuencia, en los hechos, es la de una devaluación indirecta, en la cual rige un dólar exportador de $510. Si se considera ese tipo de cambio, entonces la brecha respecto del mercado paralelo disminuyó bruscamente: la diferencia entre el blue y el «dólar oficial exportador» hoy es de «solo» un 81%, mientras que el CCL marca una brecha de 73%.El desdoblamiento como nueva política cambiaria no se descarta en el equipo de Massa, y está siendo analizada por economistas al mando de Roberto Lavagna, que tiene la misión de organizar una transición que le permita atravesar el verano sin turbulencias, hasta que lleguen los ansiados dólares del campo.De hecho, lo que se comenta desde el espacio de Massa es que la propuesta original que había hecho Rubinstein no fue descartada por consideraciones de tipo técnico sino porque el ministro creyó que no había condiciones políticas para hacerlo. Pero ahora, con una brecha cambiaria en ascenso y una fuerte demanda social por estabilidad, la iniciativa del desdoblamiento vuelve a ser una opción que gana adeptos.
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