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La salud no es presidenciable

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Salud

Los debates presidenciales se sucedieron, con más chicanas que argumentaciónprofunda, pero los temas del campo de la salud escasearon. El formato de los debatesfue tan estructurado que el abordaje de los distintos temas fue demasiado superficial. Laslimitaciones en los intercambios y la re pregunta fue funcional con la instalación de frasessin fundamento. Cada expositora y expositor tuvo amplia posibilidad de expresar propuestasy críticas con escasa argumentación sin exponerse a interpelaciones.

En el segundo debate, el tema salud fue abordado, someramente, por SergioMassa y Javier Milei. El primero, reclamando al segundo su no acompañamiento en lavotación de una ley de cardiopatías congénitas. Y el segundo, en una de sus exposicionesmencionó, de manera escueta, que su plan de salud iba a ser un sistema de seguros paragarantizar una cobertura universal de salud. Nada nuevo bajo el sol.

Las leyes de salud por enfermedades existen desde hace años y vehiculizanpolíticas de salud en forma de programas por patologías. Se trata de políticasfocalizadas de salud que pueden hacer efectiva la asignación y utilización de presupuestopara grupos humanos con problemas de salud particularmente graves o con marcadasdificultades de accesibilidad. Sin embargo, es menester señalar que este tipo de políticaspor sí solas no lograrán garantizar el derecho a la salud ni un criterio de equidad en laasignación de recursos si no se articulan con redes de servicios que aspiren a launiversalidad. El debate por la transformación del sistema de salud argentino no puedeacotarse sólo a algunos programas de salud. Urge discutir y re pensar un Sistema Integradode Salud en el que el Estado sea un actor fuerte de regulación en defensa de la vida y ladignidad de las y los ciudadanos.

Respecto de la mención de Javier Milei sobre su posible plan de seguros de saludes ya bien conocida la historia de experiencias donde esta modalidad de organización delos sistemas de salud genera inequidades de accesibilidad y nuevos mercados de salud.Una cobertura universal, aunque suena a propuesta interesante, implica aplicar un criteriode igualdad en la distribución de recursos sanitarios. Dado que las necesidades en saludson siempre cambiantes, heterogéneas e impredecibles, un sistema de seguros que aplicacriterio de igualdad puede resultar profundamente injusto. La asignación de los mismosrecursos a todas y todos los ciudadanos implicaría que en algunos casos la oferta seaexcesiva e innecesaria y en otros, insuficiente y cruel. Los seguros de salud garantizan elestablecimiento de un techo de gasto que facilita el control y contracción del gasto públicoen desmedro de la inclusión, la integralidad y la eficacia del trabajo en salud. Los sistemasde aseguramiento en salud suponen una profundización de las lógicas mercantiles en elámbito sanitario, un firme establecimiento de montos máximos de gastos y la identificaciónde nuevos mercados para las empresas del sector salud. Nada de este modelo aportaría auna mayor garantía de derecho a la salud ni mayores niveles de equidad.

Sabemos que el sistema de salud argentino, con sus tres subsectores (público,seguridad social y privado), tiene urgentes dificultades entre las que se destaca lafragmentación tanto en la atención y organización de los servicios como en elfinanciamiento. Sin embargo, la salud pública, fuertemente planificada por Ramón Carrillo, ministro de Salud del primer gobierno de Perón, sigue instalada en el sentido común de lasociedad argentina. La situación de emergencia sanitaria que desencadenó en todo elmundo la pandemia por el virus SARS-CoV-2 demostró que, en situaciones límite, el Estadoes el garante último del derecho a la salud y sus instituciones, las que poseen mayorcapacidad de adecuación a las necesidades poblacionales coyunturales. Tanto para laatención de personas con cuadros respiratorios como para organizar e implementar unahistórica campaña de vacunación, el subsector público y sus trabajadoras y trabajadoresfueron quienes asumieron el protagonismo. La población argentina, mayoritariamente,aceptó las vacunas contra la COVID porque está instalado en el imaginario social que lasvacunas son un bien público garantizado por el Estado argentino para todas y todos.

Entonces, si la salud pública y el sistema argentino fragmentado son algo evidente,¿por qué no entra el tema salud en las propuestas y los debates de las y los candidatos? Enprimer lugar, podríamos mencionar el formato del debate. La estructura de los encuentros,las fracciones de tiempo designadas, la limitación de temas, la rigidez de modos deinterpelación y repregunta entre ellas y ellos, configuraron dinámicas de un diálogo queen realidad, fue un no diálogo. Presenciamos un debate que fue un no debate o unanti-debate. La posibilidad de ida y vuelta de la palabra estaba muy acotada y lasargumentaciones y contraargumentaciones fueron casi imposibles de sostener. Lo que sepresentó como debate fue, fácticamente, un collage de pequeños fragmentos de discursoscon brevísimas intervenciones. Un formato que es, vergonzosamente, más funcional a lasfake news y las frases jingle publicitario que a la discusión política profunda.

En segundo término, cabe destacar que la sociedad argentina atraviesa momentosde crisis socio económica que ponen con urgencia en la agenda pública temas como lapobreza, la desocupación, el trabajo informal/precarizado, la inflación, el dólar, entre otros.Esperar que la necesidad de transformación del sistema de salud argentina se cole conatracción en esa pesada lista de temas es poco menos que una ingenuidad.

En tercer lugar, cuando el tema salud se aborda en las propuestas presidenciales sehace con poca profundidad y escasez de especificaciones. El tema salud se trata desde lalejanía, con desconocimiento y apelando a la confusión. Con palabras como coberturauniversal, se intenta vender una idea de transformación superadora que, en realidad,supondría un gravísimo retroceso.

El tema salud se ensambla minuciosamente en los discursos re emergentes de lasultraderechas del mundo que venden la idea de libertad para crear nuevos mercados yquitar todas las vallas de contención que aún sostienen la salud como un derecho humanoincuestionable. La vertiginosa comunicación de este mundo digitalizado y una crisissocioeconómica que se perpetúa mantienen en jaque e inmovilizados a muchos sectoresdel campo progresista, feminista, nacional y popular. Argumentos impensados como la libretenencia de armas, la venta de órganos, la privatización de la salud y la educación, eldesprestigio de la moneda nacional, la reivindicación del genocidio y la violencia comomodo de interpelación se instalaron en la sociedad argentina. Si «la libertad avanza», todas ytodos seremos bastante menos libres en los años venideros. La resistencia en defensa de lavida no acaba con el voto en las urnas, pero esa es una batalla que no podemos abandonar.

Las luchas contra las injusticias y las crueldades de las derechas de nuestro tiempo,empiezan con cada gesto solidario y cada charla respetuosa que puede constituirse enpuntapié de una revolución.

«Y se abrirá todo el cielo/ No será un día normal/ Después de todo/ Todo llega siempre de algún modo/ Las profecías se dan/ Apocalipsis de abajo/ Un maremoto de amor/ Fiesta en la calle/ Un orgasmo que nunca se acabe/ Día de resurrección(“DLG”, Fito Páez)

*Médico General y de Familia.

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