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COLUMNA INVITADA

Salud Acabar con la segmentación del sistema de salud o al menos con las diferencias en cobertura y calidad, es un paso necesario pero no suficiente para reducir las desigualdades en salud

Gustavo Merino Juárez / Columna invitada / Opinión El Heraldo de México
Gustavo Merino Juárez / Columna invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La salud es demasiado importante para dejarla solamente en manos de los médicos. La salud está relacionada no solo con el acceso a soluciones técnicas, sino con la naturaleza de la sociedad.

Michael Marmota

Rosa es una niña que vive en Acapulco, por lo que su esperanza de vida es de 74.9 años. La de Isabel, de la misma edad pero en Toluca, es casi cinco años mayor. Las mujeres viven más años que los hombres y la esperanza de vida para José, hermano de Isabel, es 5 años menor que la de ella, pero once años mayor que la de Nacho el hermano de Rosa, de solo 63 años (datos 2012-2016).

La esperanza de vida refleja el estado general de salud de las poblaciones. Su valor, cambios en el tiempo y las diferencias entre regiones y grupos nos dice mucho sobre la eficacia y cobertura de los servicios de salud, pero también es reflejo de las condiciones de vida en las comunidades y países.

Las desigualdades en cobertura y calidad de los servicios de salud son amplias. Las hay entre regiones y entre zonas urbanas y rurales; por ingreso de las personas o por el gasto y cobertura de la institución de salud en cuestión; así como por acceso a la seguridad social, entre otras. Como ejemplo, mientras que en Michoacán y Chiapas, 32.6% y 29.9% de la población carecían de acceso a servicios de salud en 2020 según Coneval, en Baja California Sur y Chihuahua la proporción era considerablemente menor, aunque aún preocupante: 11.4% y 12%. De manera similar, el acceso a servicios de salud de calidad en México está fuertemente asociado al ingreso de las personas, aún más considerando el incremento significativo en el gasto de bolsillo en salud (40% entre 2018 y 2020).

Acabar con la segmentación del sistema de salud o al menos con las diferencias en cobertura y calidad, es un paso necesario pero no suficiente para reducir las desigualdades en salud. Esto se debe a que gran parte de la desigualdad obedece a los determinantes sociales de la salud y no sólo a la atención médica. Importan mucho las condiciones de vida y el entorno en que nacen, crecen, estudian, trabajan y se relacional las personas incluyendo la infraestructura básica en vivienda y comunidad, ingreso, espacios públicos, acceso a alimentos saludables, el grado de violencia y más. Aún en países con cobertura prácticamente universal como Reino Unido y -no se nos olvide- Dinamarca, existen desigualdades en resultados, aunque lejos de ser tan marcadas como en México. De ahí el epígrafe en esta columna, escrito por un eminente médico y especialista en salud pública.

Si queremos realmente avanzar en mejorar los resultados en salud y acabar con la enorme desigualdad en ella, es preciso reconocer que la atención a la salud requiere acciones multisectoriales y es responsabilidad de todo el gobierno y la sociedad. Las desigualdades en salud no son nuevas y se acentuaron en años recientes. Combatir la desigualdad en salud debería ser parte central en las propuestas de política pública ante las próximas elecciones.

POR GUSTAVO MERINO JUÁREZ

Maestro y Doctor en Políticas Públicas. Líder de la Unidad de Políticas Públicas del Institute for Obesity Research del Tecnológico de Monterrey y de la Iniciativa de Política Pública y Salud de la Escuela de Gobierno y Transformación Pública

@GUSTAVOMERINOJ

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