Lo que comenzó como una “broma inofensiva” entre antiguos amigos terminó en los tribunales. En Logroño, al norte de España, un hombre fue condenado a pagar 3.000 euros más intereses por suplantar la identidad de un amigo en Tinder, la aplicación de citas. La justicia determinó que esta acción no solo constituyó una intromisión ilegítima en el honor