J. Castillo
Jueves, 20 de junio 2024, 01:09
La falta de sueño se ha convertido en uno de los grandes problemas de la sociedad moderna. Vivimos en un estado de estrés constante que a menudo nos impide cumplir con la recomendación de los expertos en descanso: dormir entre 7 y 9 horas diarias. De hecho, según el mapa elaborado por Landgeist, los españoles nos situamos entre los europeos con un menor tiempo de sueño: 7 horas y 13 minutos, por detrás de alemanes (7:19), franceses (7:29) y británicos (7:33).
La situación empeora al otro lado del charco, pues la mayoría de los estadounidenses apenas duermen 6 horas por noche, lo que termina afectando a su desempeño físico y mental. No es de extrañar, entonces, que el segmento tecnológico lleve tiempo intentando sacar rédito a esta problemática.
Un dispositivo que modifica las ondas cerebrales
El último ejemplo lo encontramos en ‘Elemind’, una cinta para la cabeza capaz de monitorizar y alterar las ondas cerebrales para ayudar a conciliar el sueño. El dispositivo incorpora unos sensores de encefalografía que detectan la actividad eléctrica del cerebro y la modifican mediante sonidos transmitidos por conducción ósea, explican sus responsables, quienes aluden a un reciente estudio para demostrar la eficacia del invento: un 76% de los pacientes implicados cayeron dormidos más rápido que antes de usar la banda. Concretamente, tardaron un 48% menos de tiempo que la media en alcanzar la fase de sueño profundo.
La idea de Elemind (la firma homónima) recoge el testigo de los antifaces provistos de auriculares que llevamos tiempo encontrando en el mercado: además de bloquear la luz, neutralizan el ruido mediante la última tecnología de cancelación activa, cuando no lo reemplazan por sonidos relajantes. Esto permite al usuario relajar tensiones y conciliar el sueño con mayor facilidad, prometen los fabricantes.
También abundan los dispositivos que proyectan haces de luz suaves, como los metrónomos luminosos basados en ejercicios de respiración acompasada. Este tipo de gadgets regulan el ritmo circadiano y promueven la producción de melatonina (la hormona que regula los ciclos de día y noche), permitiéndonos ganar hasta 100 horas de sueño al año.
Camas, almohadas y relojes inteligentes
En ocasiones, los problemas de insomnio vienen dados por la almohada o el colchón que utilizamos. De ahí que hayan ganado en popularidad las versiones inteligentes de ambos. Sí, no todo el mundo puede invertir millares de euros en renovar su colchón, pero lo cierto es que merece la pena: los modelos más avanzados incluyen climatización automática para aumentar o rebajar la temperatura acorde a la época del año, lo que nos permite dormir bien tanto en los inviernos más gélidos como en los veranos más calurosos (sin necesidad de mantener la calefacción, el ventilador o el aire acondicionado encendidos toda la noche).
Algunos colchones y almohadas ‘smart’ también permiten regular la firmeza y albergan discretos altavoces con los que dormirnos al amparo de un audiolibro. Con todo, los expertos recomiendan acudir al médico ante una dificultad recurrente para conciliar el sueño, en pos de descartar cualquier posible patología que podamos enmascarar con estas soluciones.
A dichos especialistas les vendrá de perlas, además, contar con datos de monitorización específicos. Cada amanecer solemos tener una idea de la calidad de nuestro tiempo de sueño, pero no tendremos la certeza absoluta si no lo cuantificamos mediante pulseras o relojes inteligentes diseñados expresamente para ello. La mayoría realizan un registro automático de nuestros movimientos y frecuencia cardíaca durante la noche, elaborando una gráfica que luego podemos consultar desde el móvil: veremos así cuánto tiempo hemos pasado en la fase de sueño profundo, las veces que nos hemos movido…
De hecho, si no contamos con un ‘wearable’ inteligente podemos recurrir a nuestro propio smartphone: aplicaciones como ‘Sleep Cycle’ nos piden colocarlo en la mesa de noche para registrar nuestros patrones de sueño mediante la captación de sonidos y vibraciones. Incluso permiten configurar la alarma para despertarnos en una fase de sueño ligero (dentro del tramo de 30 minutos que indiquemos) y así levantarnos de la cama con una menor sensación de agotamiento.
Los seis beneficios de dormir bien
Según recoge la Fundación Española del Corazón, dormir bien tiene estos efectos positivos sobre nuestro organismo:
•Aumento de la creatividad: En un cerebro descansado, la producción de hormonas se equilibra y se potencia la imaginación.
•Pérdida de peso: Ante la falta de sueño, las células grasas liberan menos leptina y el estómago más grelina, hormonas ambas asociadas a la obesidad.
•Mejor estado de salud: El sistema inmunitario se regenera mientras dormimos. Lidia así más eficazmente con las toxinas y los gérmenes.
•Mejora de la memoria: Las conexiones neuronales se fortalecen durante la fase REM del sueño, cuando la memoria a corto plazo se transforma en memoria a largo plazo.
•Protección del corazón: Dormir poco aumenta la tensión arterial, la frecuencia cardíaca y el colesterol. Los ingredientes idóneos para una insuficiencia cardíaca.
•Combate la depresión: La serotonina (una hormona que se libera mientras dormimos) sume al cuerpo en un estado de relajación y nos hace más felices. Por contra, dormir mal libera la hormona responsable del estrés.
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