La trans venezolana Victoria Dávila, de 23 años, se maquilla para acudir a una cita en la cancillería mexicana – Copyright AFP ALFREDO ESTRELLA
Emma Guillaume con Eduardo Jaramillo en Tijuana
Shirlei Vázquez, una mujer trans, huyó de Guatemala después de ser agredida y amenazada, uniéndose a un número creciente de migrantes LGBTQ que se dirigen al norte con la esperanza de una vida mejor en los Estados Unidos.
En México, estos migrantes han encontrado un espacio seguro en refugios que acogen a personas que enfrentan un estigma o violencia adicional en el largo viaje hacia el norte debido a su orientación o identidad sexual.
“Tenía dos opciones: morir en mi país o irme a buscar seguridad”, dijo a la AFP Vásquez, de 27 años, desde un albergue en Tijuana llamado Rainbow House.
En su país la agredieron y le dijeron que la quemarían “por ser gay”.
ONU Mujeres advirtió este mes que los migrantes LGBTQ “enfrentan mayores riesgos de violencia física y sexual significativa en todas las etapas de la migración”.
Esto incluye “refugios inseguros”, falta de acceso a la atención médica y discriminación por parte de los agentes fronterizos.
Casa Frida, un refugio en la Ciudad de México, ofrece apoyo legal, psicológico, social y médico, así como ayuda alimentaria y vivienda.
“Casa Frida es un espacio seguro. Un lugar de libertad para ciertas personas, para que puedan expresar quiénes son realmente”, dijo Angélica Guzmán, una abogada de 24 años que realiza trabajo social en el refugio.
El refugio abrió en 2020 durante la pandemia de Covid-19 para albergar al creciente número de inmigrantes LGBT en el país.
Desde entonces se ha expandido a Tapachula, una ciudad cerca de la frontera sur del país con Guatemala por donde pasan miles de migrantes, así como a Monterrey en el norte del país.
– ‘Todo el coraje del mundo’ –
Victoria Dávila, una mujer trans de 23 años que huyó de “situaciones de riesgo” en Venezuela, lleva dos meses en el refugio.
“Migrar es decidir recrear otra vida en otro lugar”, dijo, y agregó que la decisión de dejar su hogar y su familia le había exigido “todo el coraje del mundo”.
En sus primeros meses en México, Dávila se enfrentó a peligros similares a los que experimentó en su país.
Un empleador mexicano le quitó sus documentos y la obligó a realizar trabajo sexual no remunerado.
En el refugio encontró una familia donde “es acogida, abrazada, respetada y validada”.
“Tengo que demostrar quién soy y que existo, y al que no le guste que mire para otro lado”, dijo Dávila.
Sandy Montoya, una mujer trans de 23 años de Honduras, culpó a las autoridades de la conservadora sociedad centroamericana por permitir la discriminación contra las personas trans.
“Ha habido varios asesinatos y el gobierno no ha hecho nada para hacer justicia”, afirmó.
Montoya llegó a su refugio en mayo y planea solicitar asilo humanitario en Estados Unidos.
Puede tomar de dos a nueve meses reservar una cita de asilo con las autoridades estadounidenses, por lo que muchos migrantes aceptan trabajos en Tijuana mientras esperan.
Dávila, por su parte, ha decidido quedarse en la Ciudad de México por la apertura de la comunidad LGBT, donde ha encontrado trabajo como artista drag.
“La escena drag en la Ciudad de México es genial y muy acogedora”, dijo.
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