Para Colombia, 2023 fue un año de mucha intensidad. Fue el primer año calendario completo de la primera administración de izquierda en la historia del país y la cual ha buscado darle forma al lema ‘el Gobierno del cambio’. Una meta que ha marcado los últimos doce meses en medio de no pocas turbulencias y grandes desafíos.
El año comenzó, en realidad, hora y cuarto antes de lo que indicaba el almanaque. El 31 de diciembre de 2022, a las 22:45 horas, el presidente Gustavo Petro divulgaba en su cuenta de X el inicio de un cese del fuego bilateral con los principales grupos armados del país. Pero la anhelada tregua lamentablemente no se materializó. Fue el primero de varios escollos que marcarían el desarrollo del proyecto de la ‘paz total’ y que desembocarían, al final, en el cambio del alto comisionado para la Paz, Danilo Rueda.
Como se ha dicho varias veces desde estas líneas, el camino del diálogo para lograr la paz merece el respaldo de la sociedad, pero eso no impide señalar los errores de metodología que han tenido la estrategia y el confuso ejercicio de autoridad por parte de la Fuerza. Pública que no garantiza la tranquilidad de las comunidades.
Es de esperarse, entonces, que para el 2024 la llegada de Otty Patiño, nuevo alto comisionado de Paz, sirva para ajustar el rumbo. Por lo pronto, la exigencia de cesar el secuestro, que él y la delegación del Gobierno pactaron en la mesa con el Eln, ha sido bien recibida por el país, como es natural, y su cumplimiento será una de las pruebas claves para el proceso. este año.
En materia de política interna, en el 2023 dos sonoras crisis ministeriales culminaron con la salida de diez ministros, entre ellos José Antonio Ocampo, Alejandro Gaviria y Cecilia López, considerados los más técnicos y moderados del gabinete. Con su partida, se evaporaba la esperanza de un gobierno de coalición. Los pronósticos de un nuevo remezón ministerial parecen ineludibles a la luz del corte de cuentas que ha hecho el Presidente en varios campos de su administración. Este hecho, que los analistas dan por descontado, será otra de las noticias del 2024.
Por el lado del Congreso, el proyecto que dominó la discusión legislativa, el de la reforma de la salud, se convirtió en una guerra de trincheras, en la que el Gobierno avanzaba pulgada a pulgada, según sus críticos, usando tácticas clientelistas. Al final, el proyecto pasó en la Cámara, pero le espera un camino menos fácil en el Senado. Así las cosas, el año que comienza será el definitivo en relación con el futuro de las reformas sociales.
La economía, cómo no, es otra gran protagonista, y no solo en nuestro país. En agosto y noviembre cayeron dos bombas económicas: el PIB del país había crecido apenas un 0,3 % en el segundo trimestre y había decrecido un 0,3 % en el tercero, defraudando incluso las expectativas de los pesimistas. Pero tampoco sobrevino el desbarajuste macroeconómico que pronosticaba el ala radical del antipetrismo. La tasa de cambio, que comenzó alrededor de 4.800, cerró por debajo de 3.900. Los fundamentales de la economía se mantuvieron estables y la cifra de empleo resistió, aunque ya da señales de claro debilitamiento para lo que viene.
Hay muchos retos que se necesita afrontar, ojalá en un ambiente menos polarizado, de mayor unidad nacional, un propósito que necesita echar raíces sólidas.
Y la violencia, ese viejo azote que ha padecido Colombia, no ha cedido. Duelen los asesinatos de líderes sociales –uno cada tres días– y el número de masacres se apresuraba en alcanzar el mismo guarismo de 2022. Después de años a la baja, el secuestro y la extorsión se disparaban.
Pero si hay que registrar noticias alentadoras, también, fue positivo constatar la resiliente institucionalidad colombiana representada en poderes como el Judicial y el Legislativo, que garantizaron contrapeso y equilibrio.
El 2024 será más retador. Por el bien del país, el Gobierno bien podría conciliar más y terminar de aterrizar su propuesta de un acuerdo nacional, que ha dado pasos positivos en las últimas semanas, pero aún debe echar raíces sólidas. En esa ruta es de destacar el reciente anuncio del Presidente de convocar a una mesa nacional para la productividad, una de los pendientes estructurales de la economía.
En estos doce meses que comienzan mañana deberán resolverse, pues, en beneficio de todos los colombianos, muchas incertidumbres que deja el año que hoy termina. Ojalá en un ambiente menos polarizado, de mayor unidad y de mayor consenso. El nuevo mapa político que dejaron las elecciones de octubre será un factor clave en esa apuesta. Con una adecuada articulación de los gobernantes entrantes con la administración nacional, que esta debe liderar, se podrán sortear muchos de los retos que tenemos por delante.
EL TIEMPO desea un feliz año a todos los colombianos, con la esperanza de un país mejor.
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