Indiscutiblemente, la irrupción de la tecnología en la rutina laboral ha cambiado por completo todos los procedimientos establecidos. En menos de 20 años las empresas han pasado de tener estanterías llenas de carpetas y archivos a tener toda esta información localizada en un servidor de la nube, a tan solo un clic de distancia. Una arriesgada táctica, que conlleva nuevas amenazas y nuevos retos para los empleados, quienes diariamente tienen que enfrentarse a un laberíntico entramado de rutas, para localizar el archivo correspondiente.
Este método de trabajo de las empresas muchas veces no destaca por su eficienciapues deriva en horas de búsqueda, creación de nuevos documentos o la necesidad de consultar varias hojas de cálculo entre las que los empleados se pierden afectando a la productividad y por ende, al rendimiento y rentabilidad de la empresa.
De acuerdo con el II Barómetro sobre productividad y eficiencia realizado por Subcontratación Adecco el nivel de productividad y eficiencia medio de la empresa en España en 2023 es de 54,4 puntos sobre 100; 4,38 puntos menos que en 2022, siendo las Administraciones Públicas (46,44 puntos), el sector con peor puntuación. Un análisis que cuantifica la necesidad de buscar métodos más eficientes y competentes capaces de dar respuesta a los objetivos empresariales a través de procesos intuitivos y sencillos.
Al igual que las herramientas tecnológicas, las empresas deben progresar hacia lo útil y simplificado, iniciando un nuevo camino hacia una nueva etapa empresarial marcada por la usabilidad y personalización, enterrando los procedimientos basados en la (Excel)encia. Una evolución que reestructure los modelos de negocio para dar una respuesta óptima a los requisitos de la industria 4.0.; un ecosistema de producción avanzada, automatizada e interconectada que supone la hibridación entre el mundo físico y el digital.
Sin duda, la revolución tecnológica ha supuesto un reacondicionamiento para todas las empresas, con independencia de su actividad empresarial. Un claro ejemplo es la automatización de los almacenes tras el auge del comercio electrónico. Ahora las empresas tienen la posibilidad de acelerar los pedidos y reducir el margen de error a través de la utilización de nuevas tecnologías como sistemas de cosecha automatizado, robots y vehículos autónomos para agilizar las operaciones de almacenamiento y distribución. Con un simple botón y en pocos minutos, una empresa de minoristapor ejemplo, puede gestionar un pedido a través de su web con mejor precisión y eficiencia, lo que al final se convierte en un mejor servicio al cliente.
Todo un adelanto, que junto a otras herramientas como la tecnología (IoT), que proporciona utilidades como información a tiempo real del estado de las cuentas financieras, o nuevos softwares como EOSun sistema de código cero que integra en una sola plataforma sin modelos ni conexiones el proceso de negocio de principio-fin, proporcionan un nuevo paradigma para el funcionamiento empresarial.
El factor tecnológico incide directamente en el crecimiento económico. De hecho, los avances tecnológicos, la adaptación de los conocimientos de los trabajadores, a las nuevas herramientas y la inclusión de estas a la hora de tomar decisiones y gestionar los recursos para mejorar la rentabilidad de la empresa, conducen al aumento de la productividad y por tanto, del crecimiento económico.
Estamos inmersos en una nueva revolución industrial donde es fundamental adoptar nuevos modelos de negocio. Una reestructuración que implica la necesidad de invertir para la formación del personal y así poder mejorar la productividad laboral, así como en todos y cada uno de los procesos que intervienen en la actividad empresarial. Abandonando las (excel)entes estructuras y rutas laberínticas para pasar a un nuevo patrón empresarial, intuitivo y sencillo que satisfaga las necesidades de las empresas en esta cuarta revolución industrial.
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