El relato muestra la devastación causada por el huracán Otis en Acapulco. Marisol Rodríguez y Maximiliano Cortés, con su bebé Lía, se encuentran entre los miles de residentes y turistas afectados. La ciudad, que era un destino turístico prominente, se ha visto sumida en el caos tras el paso del huracán.
Acapulco, usualmente vibrante y lleno de vida, se ha convertido en un lugar desolado. El huracán arrasó con la ciudad, dejando a miles incomunicados y sin acceso a ayuda. Los turistas han tenido que dirigirse a Chilpancingo en busca de servicios básicos que faltan en Acapulco, como electricidad, agua potable y alimentos.
Los relatos de aquellos que vivieron el horror del huracán son desgarradores. Desde el balanceo de los edificios hasta la destrucción causada por el viento extremo, el pánico y la desesperación fueron constantes. Los hoteles, destinados a albergar eventos y a turistas, sufrieron daños significativos, al igual que gran parte de la infraestructura hotelera de la ciudad.
La imagen que se proyecta de Acapulco es la de un paraíso destruido, con la falta de suministros básicos empeorando la situación. La ausencia de electricidad, agua, conectividad telefónica e internet ha generado escasez de alimentos y una sensación de peligro que ha provocado saqueos en tiendas importantes.
Los turistas, atrapados en la ciudad, han intentado desesperadamente abandonar Acapulco, pero la situación en las carreteras y las dificultades de movilidad han complicado su salida. El despliegue de autobuses para evacuar a los turistas es un intento de remediar esta situación, pero la incertidumbre prevalece sobre cuándo podrán regresar.
Este desastre ha dejado a los residentes y turistas en un estado de desesperación, con la incertidumbre de cuándo Acapulco recuperará su vitalidad y se restaurará la normalidad.